domingo, 1 de noviembre de 2009

Por propia experiencia,no les recomiendo este cenicero, "Puede llegar a tener un trágico Final"


Los infartos y sus síntomas.
Cuando alguien sufre un infarto agudo del miocardio, lo más importante de ese momento es acudir inmediatamente a un hospital en búsqueda de salvamento e intervención de emergencia para la victima que lo presencia.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. Además de los conocidos factores de riesgo cardiovasculares, la muerte súbita, se está dando en personas cada vez más jóvenes, e incluso en personas que uno considera sanas, como deportistas, atletas o aquellos que vemos y aparentan ser demasiado sanos.

Luego de un paro cardíaco, el corazón deja de latir y la muerte ocurre en forma brusca e inesperada, habitualmente dentro de la primera hora de comienzo de los primeros síntomas. La víctima pierde el conocimiento súbitamente y a menos que reciba reanimación cardiopulmonar (RCP) en forma inmediata, la muerte irreversible sobreviene en pocos minutos.

El infarto agudo de miocardio se caracteriza por dolor en el pecho, un dolor que puede irradiarse en el brazo, la espalda o la cintura. Otros síntomas posibles, son mareos, náuseas, disnea (dificultad para respirar), sudoración intensa y fría. "Pueden darse todos a la vez o por separado". En un infarto agudo de miocardio la persona sigue consciente pero propensa a males mayores.


En el paro cardiorrespiratorio, la persona deja de hablar, pierde la conciencia y deja de respirar. Cuando se produce un paro cardíaco, durante los primeros cinco minutos, no es que el corazón de la persona deja de latir, sino que en el 90 por de los casos tiene una arritmia potencialmente mortal fibrilación ventricular (no todas las arritmias son mortales).

El accidente cerebrovascular (acv) es otro mal asociado a los infartos y pueden producirse por hemorragia cerebral o por falta de irrigación, por taponamiento de alguna de las arterias encefálicas etc. Los síntomas que produce, cualesquiera sean, son repentinos, la persona puede estar hablando con uno y de repente puede tener mareos, debilidad o parálisis en una sola mitad del cuerpo, puede tener dificultad en la visión, puede tener dificultades para hablar o para entender lo que se le dice.

Actualmente, existen los desfibriladores siendo estos un dispositivo que producen descargas eléctricas capaces de corregir la fibrilación ventricular, haciendo que el corazón pueda recobrar su ritmo normal.

Pero existe un tiempo determinado para hacer esa desfibrilación. El corazón sólo está en estado de fibrilación ventricular por unos minutos; después queda quieto y es muy difícil de reanimar a la persona.

Por eso es tan importante la presencia del desfibrilador externo automático en momentos en que ocurre la emergencia, durante los primeros cinco minutos de producido el paro. Estos equipos están especialmente diseñados para ser usados por personas que no son médicos.


En la actualidad existen aviones que han instalado estos dispositivos, aumentado el índice de supervivencia ante casos de este tipo de un cuatro a un 75 por ciento. También en los gimnasios y clubes deportivos se están incorporando desfibriladores automáticos para la prevención y uso en casos de emergencia.

Ahora, si no se cuenta con desfibrilador, es importantísimo que la gente sepa hacer reanimación cardiopulmonar básica (RCP).

¿Pero qué es la reanimación básica?

La función de la RCP es justamente prolongar el estado de fibrilación ventricular hasta que llegue la ambulancia con el fibrilador, para aumentar las posibilidades de vida. Es un procedimiento que consta de pasos específicos y puede ser aplicado por testigos circunstanciales; más aun, la idea es que cualquiera pueda hacerlo.

La reanimación cardiopulmonar básica practicada por testigos circunstanciales ha demostrado aumentar entre dos y tres veces la sobrevida de víctimas de paro cardíaco.

La RCP básica consiste en dar soporte circulatorio y respiratorio a una persona que ya no lo tiene mediante series de compresiones en el pecho y ventilaciones (respiración boca a boca).

En si la mejor prevención para evitar los infartos es la práctica de una buena alimentación rica en vegetales, fibra, aceites de oliva, poco consumo de harinas, alimentos preconservados, regular ingesta de carnes rojas, evitar el fumar, el exceso de alcohol y la mucha ingesta de agua y frutas, respetar los horarios alimenticios y de descanso también son complementos para evitar tan mal síntoma que nos agobia a la sociedad de hoy en día en estos nuevos tiempos.

Algunos consejos para bajar el colesterol malo
Un nivel elevado de colesterol en sangre es un factor de riesgo importante para desarrollar enfermedades cardiovasculares. Tener una dieta saludable, baja en grasa saturada y colesterol es fundamental para conservar un adecuado control del colesterol sanguíneo.
Prepárese un buen sándwich con pan de harina de trigo con pavo y muchos vegetales frescos. Deseche los perros calientes, el salchichón Bologna y del salami. Todos éstos son alimentos altamente procesados y llenos de grasa y colesterol.

El pescado, como el salmón, es bueno. Busque variedades de salmón rojo, que son muy ricos en ácidos Omega-3 (grasa buena).

Evita los ácidos grasos, no sólo elevan el colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad o colesterol "malo "), sino que pueden bajar los niveles de HDL (lipoproteína de alta densidad o colesterol "bueno"). Aleje los alimentos como la margarina, mantecas y procesados que contengan aceite de soja hidrogenado.

Limite los postres y trate de comer sólo aquellos saludables como el bizcochuelo blanco, galletas de harina de trigo y yogurt helado dietético.

Ingiera alimentos altos en fibra. Éstos son: pan de harina de trigo, harina de avena, frutas, vegetales, porotos y algunos cereales. Busca los cereales que en su caja digan "ayuda a bajar el colesterol".

Si va a consumir bistec o hamburguesas trate de hacerlo todo a la plancha sin aceite.

Encuentre un nuevo aderezo para las ensaladas. La mayoría de ellos están llenos de ácidos grasos y colesterol. El aceite de oliva es bueno, y puede agregarle vinagre o jugo de limón.

Puede excederse con las frutas y vegetales los cuales no contienen colesterol y aportan muchos nutrientes y antioxidantes. Aquí van algunos: arvejas verdes, brócoli, coliflor, manzanas, naranjas, mangos, papaya, piñas (ananá), tomate, ajo, cebolla, espinaca, bananas, kiwi, etcétera.


Evite las comidas rápidas como papas fritas y cualquier otra cosa de freído profundo. Estos alimentos elevarán tu colesterol hasta las nubes. Una recomendación: manténgase alejado de las reuniones en locales de comidas rápidas.

Emplee especias como pimienta y orégano para agregar sabor a sus comidas.

No hay que hacer nada del otro mundo para bajar el colesterol. Ahora, deberá sumar la actividad física. Caminatas, natación, fútbol o cualquier otro deporte. En poco tiempo, el colesterol habrá dejado de acecharte.
El riego cerebral
El cerebro es un órgano que depende del oxígeno y la glucosa que le aporta la sangre.
Unos minutos sin riego son suficientes para producir la muerte de las neuronas y, como consecuencia, lesiones irreversibles.
La sangre llega al cerebro por las arterias carótidas (a ambos lados del cuello) y por la basilar (a través de los huesos del cuello).
En las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas, puede suceder que se forme un trombo o un émbolo que corte bruscamente el paso de sangre a alguna región del cerebro (una trombosis o una embolia).
Si la obstrucción se mantiene unos minutos, se produce un daño irreversible, con muerte de las neuronas (unas células que no pueden dividirse, por lo que no pueden ser sustituidas, sólo suplidas por algunas neuronas cercanas que sigan vivas, si las hay).
Como consecuencia, se pierde la función cerebral que hacían las neuronas muertas.
Su frecuencia aumenta con la edad y es la tercera causa de muerte en las personas mayores.

Su frecuencia aumenta tambien en las personas hipertensas, diabéticas, fumadoras, con el colesterol muy elevado o con enfermedades cardiacas.
El ictus es una enfermedad aguda que se produce en el cerebro por la alteración de los vasos que llevan la sangre hasta él.
Recibe muchos nombres: infarto cerebral, embolia cerebral, apoplejía, hemiplejía, ataque cerebral, derrame cerebral, trombosis, embolia...
Los médicos suelen hablar de accidente cerebrovascular (ACV) o ictus.
Hay distintos tipos, pero lo más frecuente es el infarto o la isquemia (falta de riego) cerebral que se produce por un trombo (que ocluye una arteria del cerebro afectada de arteriosclerosis) o un émbolo (trombo que se desprende de un vaso lejano y por la circulación sanguínea llega al cerebro donde atasca un vaso).
Algunas veces el ictus se debe a una hemorragia (un vaso sanguíneo se rompe dentro del cerebro).
En la mayoría de los casos el ictus aparece de forma brusca. En algunos casos el riego se recupera en pocos minutos, y no quedan secuelas: se habla entonces de accidente isquémico transitorio (AIT o TIA, por sus siglas en inglés).
En otros casos el ictus es permanente y deja secuelas neurológicas más o menos graves.
Los síntomas dependen de la arteria afectada y son muy variados. En el accidente isquémico transitorio la persona afectada sufre bruscamente problemas para hablar, ver o mover algún miembro durante un periodo corto de tiempo (menos de 24 horas en todo caso) y luego se recupera espontáneamente.
Esta entidad es un aviso de que hay un altísimo riesgo de sufrir un ictus grave en los siguientes días. Hay que tomarla en serio y acudir al médico para que busque la razón e inicie un tratamiento que reduzca el riesgo.
En el ictus, la manifestación más típica es la hemiplejía o parálisis de una mitad del cuerpo (normalmente la del lado contrario de la lesión cerebral), afectándose muchas veces también la capacidad de hablar o entender el lenguaje, aunque la variabilidad de los síntomas es enorme por la gran riqueza del cerebro.
Esta enfermedad es, en muchos casos, total o parcialmente irreversible, y supone una verdadera catástrofe en la vida de una persona.
Una persona sana y activa se convierte, bruscamente, en una persona inmóvil y dependiente de otros hasta para las cosas más sencillas y básicas.
Le espera, además, un largo tiempo de rehabilitación, en ocasiones sin esperanza de obtener con ella un éxito aceptable.
No es extraño que las personas que lo sufran se depriman con frecuencia. Y esto debe hacer reflexionar sobre la importancia de prevenirlo.
El tratamiento del ictus es aún muy imperfecto. Generalmente, el enfermo con un ictus debe ingresar, al menos los primeros dos o tres días, en un hospital.
Se están estudiando medicamentos para disolver el trombo o el émbolo, y alguno de los fármacos estudiados parece conseguirlo, aunque aún no es un tratamiento estándar.
La edad no es una contraindicación para la hospitalización o el tratamiento, hay que valorar de forma individual a cada persona.
En la fase aguda, el tratamiento inicial es de soporte. Esto quiere decir que hay que procurar mantener la alimentación, la hidratación y evitar ulceras, infecciones u otras complicaciones.

Además, es preciso buscar la causa e intentar prevenir nuevos ictus, si es posible.
Después queda un largo tiempo de rehabilitación para conseguir recuperar el máximo de independencia.
Cada ictus evoluciona de forma diferente. En algunos casos se recupera al cabo de días, semanas o meses la situación previa, y en otros casos no se consigue ninguna mejoría en absoluto de los síntomas.
En todo caso, siempre debe intentarse desde muy pronto la rehabilitación activa y pasiva de las deficiencias neurológicas causadas por el infarto.
La recuperación depende tanto de la gravedad del problema como de la personalidad y el nivel socioeconómico del enfermo. Una persona deprimida o sin apoyo económico o familiar difícilmente se podrá recuperar.
Cuando la recuperación completa es imposible, deben buscarse las formas de adaptación a la incapacidad para recuperar la mayor parte de las funciones que se hacían antes del infarto cerebral.
El ictus es una enfermedad cuya frecuencia en los últimos años no solo no está bajando, sino que tiende a aumentar, y afecta con frecuencia preocupante a las personas mayores.
Es una de las principales y más temidas causas de invalidez. La buena noticia es que es una enfermedad prevenible.
Además, los mecanismos de prevención son los mismos que los del infarto de miocardio, por lo que se previenen varias enfermedades graves con las mismas medidas.
La prevención consiste en evitar o tratar lo mejor posible los llamados "factores de riesgo cardiovascular".
Una de las acciones preventivas más importante es dejar de fumar,
ya que los fumadores se ponen a sí mismos en un altísimo riesgo de sufrir ictus. Además hay que controlar la hipertensión arterial, la diabetes y el aumento de colesterol.
También es preciso tratar las enfermedades cardiacas valvulares y aquellas que producen arritmias, porque las arritmias favorecen que se suelten émbolos del corazón hacia el cerebro.
Muchas veces se necesita dar de forma crónica un tratamiento anticoagulante.
Infartos de Miocardio, factores de riesgo

Infarto de miocardio

¿Qué es un infarto de miocardio? Cuando, por alguna obstrucción en una de las arterias coronarias, el flujo sanguíneo (y el consiguiente aporte de oxígeno) a una parte del corazón se interrumpe, el músculo cardiaco de dicha zona muere o queda dañado permanentemente: es lo que se conoce como infarto agudo de miocardio.

Causas de infarto. La mayoría de los infartos de miocardio son consecuencia de la obstrucción de una de las arterias coronarias por un coágulo de sangre (trombo). La mayor parte de las veces el trombo se forma en una arteria cuyo diámetro ya está reducido por efecto de la placa arterial (depósitos de colesterol y otras sustancias en el interior de las arterias). A veces, esa placa se rompe y la rotura genera una serie de respuestas del organismo que favorecen la formación de un trombo.

Factores de riesgo. Entre los factores de riesgo de infarto de miocardio y enfermedad coronaria arterial se incluyen: 1) Ser varón de mediana edad. 2) Padecer diabetes. 3) Tener un historial familiar de enfermedad coronaria arterial. 4) Ser hipertenso. 5) Tener más de 65 años. 6) Ser fumador. 7) Seguir una dieta rica en grasas saturadas y trans. 8) Tener niveles de colesterol LDL (el “malo”) elevados y bajos niveles de colesterol HDL (el “bueno”).

Síntomas de infarto de miocardio. El dolor precordial es el principal síntoma. Se puede extender desde el pecho al cuello, los brazos, los hombros, los dientes, la mandíbula, el abdomen o la espalda. Puede ser intenso o moderado y notarse como una banda alrededor del tronco, o bien como un síntoma de indigestión o incluso como un peso o una gran presión en el pecho... Otros síntomas de infarto son: ansiedad; tos; desmayo; mareo; náuseas o vómitos; palpitaciones; falta de aliento; sudores intensos... Algunas personas—mujeres, personas mayores o pacientes de diabetes—pueden no experimentar dolor torácico o bien tener síntomas poco usuales, como cansancio, disnea (falta de aliento) o sensación de debilidad. Existen incluso lo que se conocen como “ataques cardiacos silentes”, en los que no se dan síntomas. Hay que advertir que la mitad de los infartos aparecen sin síntomas previos; el infarto es en estos casos la primera manifestación de la cardiopatía isquémica. Otras veces, meses antes de tener el infarto el paciente presenta molestias precordiales, sensación de malestar, cansancio, irritabilidad, molestias estomacales...

Lo primero: acudir a Urgencias. Un infarto agudo de miocardio es una urgencia médica. Ante la presencia de síntomas, hay que buscar asistencia médica inmediata, llamando al 112 (Teléfono de Urgencias) y señalando la sospecha de infarto. Ya en el hospital, un electrocardiograma y pruebas analíticas corroborarán el diagnóstico de infarto de miocardio. Nunca hay que tener miedo a acudir a un Servicio de Urgencias con síntomas que finalmente no resulten ser de infarto de miocardio sino de otra patología más banal. Es mucho peor llegar demasiado tarde o no llegar. El riesgo principal del infarto agudo de miocardio está en los momentos previos al ingreso en Urgencias: en esta fase la mortalidad supera el 40%. Una vez en el hospital, y si el ingreso se hace antes de las 4 horas, los tratamientos modernos (angioplastia, trombolisis) permiten una recuperación satisfactoria y con menos complicaciones.

¿Queda limitada la vida después del infarto? La mayoría de los pacientes se recuperan lo suficiente como para poder llevar una vida prácticamente normal. Los pocos que no lo consiguen pueden ser sometidos a revascularización percutánea o ser intervenidos, procedimientos que consiguen recuperaciones muy notables. La principal diferencia entre alguien que haya sufrido un infarto respecto de otra que no lo ha tenido está en el rigor que debe tener en la prevención. Quien haya sufrido un infarto de miocardio debe ser muy estricto en dejar de fumar, realizar ejercicio físico regular, seguir una dieta adecuada (rica en frutas, verduras, pescados y pobre en grasas saturadas y trans) y mantener un peso correcto. Por supuesto, debe controlar estrechamente las cifras de tensión, colesterol y glucosa en sangre. Aunque la recuperación sea satisfactoria, y con objeto de prevenir la aparición de otras complicaciones cardiovasculares, se administran fármacos que han demostrado efectos preventivos: aspirina en bajas dosis (con su consiguiente protector de estómago), estatinas (para bajar el colesterol), betabloqueantes (para regular el corazón) y, a veces, un inhibidor angiotensínico (para proteger las arterias en personas con diabetes o hipertensión).

Enlaces de interés:
Fundación española del Corazón
Sociedad Española de Cardiología
Sociedad Española de Hipertensión
Sociedad Española de Arteriosclerosis